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Competencia mundial de Biología Sintética

El equipo nacional participante es entrenado por dos investigadores del CONICET. Ya clasificaron en la ronda de América Latina y en noviembre se presentan en el campeonato del mundo.

Alejandro Nadra e Ignacio Sánchez, investigadores de CONICET, eligieron un desafío particular: son los instructores del primer equipo de estudiantes universitarios argentinos que participa en la Competencia Mundial de Biología Sintética (iGem).

El grupo «Buenos Aires» debutó el 5 de octubre en Bogotá, Colombia. Allí presentaron su proyecto sobre comunidades colaborativas de microorganismos, un desarrollo que les valió un pasaje al campeonato del mundo, que se celebrará en noviembre en el Instituto de Tecnología de Massachusets (MIT), Estados Unidos.

Se presentaron más de 250 conjuntos de diferentes países, y 62 pasaron a esta última instancia, entre los que hay solo cinco de América Latina. «Es la primera vez que un equipo argentino compite y representa al país en una competencia internacional de biología sintética», se entusiasman los entrenadores del Conicet.

Por otro lado los investigadores explican que la biología sintética es una forma más eficiente de hacer tecnología y nos puede dar capacidades nuevas para abordar nuestros problemas. «Creo que es importante que desarrollemos capacidades en esta rama porque a diferencia de otros tipos de tecnología nos la podemos «apropiar» y relacionarnos con ella no solo como usuarios sino además desarrollarla sin restricciones. Tiene una característica positiva, y es que los dispositivos no se patentan, sino que están abiertos y disponibles para toda la comunidad en repositorios públicos. Cualquiera los puede usar sin pagar regalías», señaló Ignacio Sánchez.

A su vez Alejandro Nadra, explica que la propuesta con la que compiten se basa en el diseño de comunidades sintéticas. «La idea fue modificar un microorganismo, en este caso levaduras, para que colaboren con otras que viven en el mismo entorno. Normalmente los organismos compiten por los recursos y uno desplaza al otro, entonces lo que hicimos fue forzarlos a que cooperen. Por ejemplo, la variante A de levaduras necesita para vivir de un aminoácido esencial, triptófano, y produce y libera al medio otro aminoácido, por ejemplo histidina. A su vez, la cepa B necesita histidina para sobrevivir y produce triptófano. De esta forma, ambos trabajan conjuntamente para mantener las poblaciones estables en el tiempo. En la competencia, nuestro fuerte fue la parte de modelado computacional y diseño de nuevas herramientas».

Fuente: Web Conicet