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«Salgamos de la caverna»

Qué deberíamos hacer nosotros para “liberarnos” de la esclavitud de la “realidad impuesta”?. Aunque tengamos que lanzar “gritos de cólera” cómo dice Platón al encontrarnos con nuestro propio autoengaño, será la hora de comenzar a mirar al “Sol”.

Hurgando entre los escritos que han marcado la filosofía de occidente y por tanto el pensamiento y la cosmovisón de nuestro mundo me llamó la atención una vez más la sabiduría atemporal que encierran los textos de Platón.

Se estima que Platón nació en el año 427 antes de Cristo. De origen griego, su verdadero nombre era Aristoclés. Su primera gran experiencia de vida la tuvo a los 18 años cuando tomó contacto con Sócrates, cuyo magisterio le hizo abandonar su vocación por la poesía.

Platón intentó instaurar una república utópica en Siracusa, la cual estaba dirigida por filósofos. Además creó la Academia en Atenas que, además de ser una institución filosófica, tenía como objeto formar a los jóvenes de la clase alta en las artes políticas.

A la muerte de Sócrates debió exiliarse en Egipto y en distintas colonias griegas. Se instaló luego en Atenas, donde vivió hasta su fallecimiento, ocurrido aproximadamente en el año 347 A. C.

Durante muchos años fue docente de la Academia ateniense y allí realizó también su labor literaria. El origen del pensamiento platónico debería buscarse en su teoría política, expuesta en detalle en “La República” y “Las Leyes”.

Platón eligió el diálogo como forma literaria para exponer su pensamiento filosófico. Además, como personaje central de sus diálogos coloca a Sócrates, de forma de brindarle un homenaje póstumo a aquél cuida muerte dejó en él una honda huella.

En sus teorías filosóficas Platón sostuvo que existían dos mundos distintos: el de las ideas y el de las cosas, mundo inteligible y mundo sensible. Dios –sería para Platón- el intermediario entre los dos mundos.

Los diálogos platónicos se agrupan en tres períodos: de juventud (Apología de Sócrates, Critón, Gorgias), de madurez (Fedón, El Banquete, La República) y los últimos diálogos (Parménides, El sofista, Timeo, Las Leyes).

“La República” aporta sabias reflexiones sobre aspectos sociales y de desarrollo del hombre que forman parte de las bases más sólidas que tiene el andamiaje cultural de Occidente.

Es en el libro séptimo de “La República” donde el autor narra la tan famosa y conocida fábula de la Caverna, en los siguientes términos:

  1. “Ahora represéntate el estado de la naturaleza humana, con relación a la ciencia y a la ignorancia, según el cuadro que te voy a trazar. Imagínate a unos hombres encerrados en una especie de caverna subterránea, cuya entrada abierta a la luz se extiende en toda su longitud. Allí, desde su infancia, los hombres están encadenados por el cuello y por las piernas, inmovilizados, sólo pueden ver los objetos que tienen delante, pues las cadenas les impiden volver la cabeza. Detrás de ellos, a cierta distancia y a cierta altura, hay un fuego cuyo resplandor los alumbra, y entre ese fuego y los cautivos se extiende un camino escarpado, a lo largo del cual imagina que se alza una tapia semejante al biombo que los titiriteros alzan entre ellos y los espectadores, por encima del cual exhiben sus fantoches. Figúrate además, a lo largo de la tapia, unos hombres que portan objetos de toda clase y que se elevan por encima de ella, objetos que representan en piedra o madera figuras de hombres y animales y de mil formas diferentes. Y como es natural, entre los que los llevan algunos conversan, otros pasan sin decir palabra.
  2. ¡Extraño cuadro! –exclamó.
  3. Muy semejantes a nosotros. Y ante todo, ¿crees tu que en esa situación puedan ver, de sí mismos y de los que a su lado caminan, alguna otra cosa fuera de las sombras que se proyectan, al resplandor del fuego, sobre el fondo de la caverna expuesto a sus miradas?.
  4. No, porque están forzados a tener la cabeza inmóvil toda su vida.
  5. Y respecto de los objetos que transportan a su espalda, ¿podrán ver otra cosa que no sea su sombra?.
  6. ¿Qué más podrían ver?
  7. Y si pudieran hablar entre sí, ¿considerarían objetos reales las sombras que vieran?.
  8. Necesariamente
  9. ¿Y que podrían pensar si en el fondo de la caverna hubiera un eco que repitiera las palabras de los que pasan?. ¿Creerían oír otra cosa que la voz de la sombra que desfila ante sus ojos?. Resulta indudable que no tendrán por verdadera otra cosa que no sea la sombra de esos objetos artificiales. Considera ahora lo que les sucedería si se los libera de sus cadenas a la vez que se los curara de su ignorancia. Si a uno de esos cautivos se lo libra de sus cadenas y se lo obliga a ponerse súbitamente de pie, a volver la cabeza, a caminar, a mirar la luz, todos esos movimientos le causarán dolor y el deslumbramiento le impedirá distinguir los objetos cuyas sombras veía momentos antes. ¿Qué habría de responder, entonces, si se le dijera que antes sólo veían vanas sombras y que ahora, más cerca de la realidad, vuelta la mirada hacia objetos reales goza de una visión verdadera?. Supongamos, también, que al señalarle cada objeto que pasa se le obligara, a fuerza de preguntas, a responder qué eran; ¿no piensas que quedaría perplejo, que aquello que veía antes habría de resultarle más verdadero que lo que ahora se le muestra?. Y si se le obligara a mirar la luz del fuego, ¿no herirá ésta sus ojos? ¿No habrá de volverlos hacia las sombras, que puede contemplar sin dolor? ¿No las juzgará más nítidas que los objetos que se le muestran?.
  10. Así es –dijo.
  11. Y en el caso que se lo arrancara por la fuerza de la caverna, obligándolo a subir al áspero y escarpado sendero, no soltándolo hasta que se encuentra a la luz del Sol, ¿no crees que lanzará quejas y gritos de cólera? Al llegar a la luz, ¿podrán sus ojos deslumbrados distinguir uno siquiera de los objetos que nosotros llamamos verdaderos? Y si no me engaño, necesitará acostumbrarse para ver los objetos de la región superior. Lo que mas fácilmente distinguirá serán las sombras, luego las imágenes de los hombres y de los demás objetos que se reflejan en las aguas y, por último, los objetos mismos, después elevando sus miradas hacia la luz de los astros y de la luna, contemplará durante la noche las constelaciones y el firmamento más fácilmente que durante el día el sol, y el resplandor del sol. Por último, creo yo, podría fijar su vista en el Sol, y sería quería capaz de contemplarlo, no sólo en las aguas o en otras superficies que lo reflejaran, sino tal cual es, y allí donde verdaderamente se encuentra. Después reflexionando sobre el Sol, llegará a la conclusión de que éste produce las estaciones y los años, lo gobierna todo en el mundo visible y que, de una manera u otra, es la causa de cuanto veía con sus compañeros de cautiverio en la caverna. Si entonces recordara su antigua morada y el saber que allí se tiene, y pensara en sus compañeros de esclavitud, ¿no crees que se consideraría dichoso con el cambio y sentiría compasión por ellos? …”

Libro Séptimo, “La República”, de Ediciones Bureau Editor S.A. Buenos Aires – Argentina. 1999

Hasta ahí el relato de Platón. Un relato que seguramente hemos ya conocido, escuchado e incluso estudiado en algún momento de nuestras vidas. Más aun, se trata de unos de los relatos tal vez más conocidos de este filósofo. Muchas veces he reflexionado sobre él pero siempre en clave filosófica estrictamente y creo que el texto tiene una riqueza impresionante.

La primera descripción que hace el autor donde plantea la situación me pone indudablemente ante la necesidad de pensar cuál es la posición del hombre actual. Dónde vivimos?, o mejor, en qué condiciones vivimos hoy?. De repente sentí como una ráfaga de pensamientos que me llevaron a sentir una identificación del hombre actual con la descripción que Platón hace de los hombres encadenados en la caverna.

Esa sensación de ver siempre la misma realidad y sobre todo, verla siempre de la misma manera, por lo cual carecemos de ingenio para crear soluciones nuevas porque simplemente vemos siempre los mismos problemas creo que no esta nada alejado de aquel grupo de hombres que encadenados ven siempre las mismas sombras.

Cuando repasamos las noticias que por múltiples medios nos llegan y todas nos remiten a lo mismo (hechos de violencia, noticias políticas que nada tienen que ver con la vida cotidiana de la gente, grandes titulares deportivos, los últimos amoríos de los personajes mas mediáticos o la noticia mas bizarra como por ejemplo que en no se que parte recóndita del mundo nació un cordero con seis patas) me lleva a una sensación todavía mas profunda y es que aquellas sombras que eran vistas por los hombres de las cavernas son hoy mismo construidas para hacernos vivir en una permanente caverna donde solo podemos ver lo que quieren que veamos.

Esta almidonada realidad que nos han y nos hemos creado nos impide ver. Nunca mas actuales estas reflexiones de Platón especialmente cuando se pregunta qué pasaría si a uno de esos hombres de la caverna se lo libra de sus cadenas y pudiera salir a la luz del sol?.

Qué deberíamos hacer nosotros para “liberarnos” de la esclavitud de la “realidad impuesta”?. Aunque tengamos que lanzar “gritos de cólera” cómo dice Platón al encontrarnos con nuestro propio autoengaño, será la hora  de comenzar a mirar al “Sol”.

Salgamos pues de la caverna, miremos mas allá de las sombras que nos tienen ataviados y encontremos el mundo, en el cual la realidad será una construcción social e individual en la cual tendremos participación y responsabilidad.

Imagen: pastorpriji.com