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La educación en los primeros años de vida

Las primeras interacciones del bebé con el mundo que lo rodea estimulan el desarrollo de sus potencialidades, respetando su naturaleza y ritmo de desarrollo interno.

Desde el momento de la gestación, el niño transita un camino de formación y transformación constante. Los primeros años de su vida definirán en gran parte su personalidad, sus actitudes y sus ideas del mundo. Su cerebro estará desarrollado casi en su totalidad al alcanzar el fin de la primera infancia.
Los primeros seis años de desarrollo psíquico, emocional y espiritual son clave. Allí ese niño tiene su primer contacto con las personas que forman parte de su círculo íntimo, con su entorno físico y con la naturaleza. También empieza a participar socialmente y aprende a comunicarse mediante la palabra.
Aprende sobre la religión, la cultura y las costumbres de su familia.

Las primeras interacciones del bebé con el mundo que lo rodea estimulan el desarrollo de sus potencialidades, respetando su naturaleza y ritmo de desarrollo interno. Es durante estos momentos de exploración y conocimiento del ambiente que aparecen ventanas de oportunidad. Las ventanas de oportunidad son periodos de tiempo favorables para crear y perfeccionar algunas características humanas específicas, como el lenguaje. Estos períodos son muy importantes ya que se caracterizan por una particular plasticidad cerebral: en ellas el aprendizaje requiere de menos estímulo, tiempo y esfuerzo que en los años posteriores de la vida.

La atención amorosa y respetuosa de la familia y el entorno, el aprovechamiento de las ventanas de oportunidad, la exposición a ambientes ricos en experiencias sensoriales y la estimulación del desarrollo motriz que reciba el niño es lo que le permitirá desarrollarse plenamente en armonía y balance emocional.

Es el rol de la educación, como una ayuda para la vida, estar al servicio del niño para cubrir todas estas necesidades. La educación debe proteger la vida psíquica del niño, desde la preparación del hogar, el trabajo con los padres y la comunidad. Esto permitirá que ese niño se desarrolle saludablemente y pueda explotar al máximo sus aptitudes cognitivas, lingüísticas y sociales, para luego convertirse en un adulto creativo, crítico e íntegro.

Fuente: www.bloomingchild.com.ar