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El desafío del liderazgo escolar

El ámbito de actuación de los líderes escolares se ha ampliado y complejizado. Las nuevas realidades imponen repensar su rol, reformularlo y abordar la problemática de su formación.

 

Nuevas realidades, nuevos desafíos

La dinámica de los procesos de cambio que tanto a nivel político, económico, tecnológico y sociocultural tuvo lugar en las últimas décadas, impactó significativamente en la educación. Las instituciones educativas están llamadas a responder a estos cambios y procurar anticiparse a los ambientes educativos del futuro.

En este marco, no puede soslayarse el rol crítico que desempeñan los directivos de las escuelas como mediadores entre los procesos de cambio en el contexto y la calidad de la enseñanza. De esta manera, el trabajo de los directores se ha complejizado al ritmo de los cambios en el entorno. Ello impulsa, necesariamente, un cambio de perspectiva: desde un énfasis puesto en aspectos administrativos y burocráticos hacia una visión más activa y sistémica basada en el desarrollo del liderazgo escolar.

La mayoría de las definiciones de liderazgo destacan dos aspectos centrales: establecer una dirección y ejercer influencia. Los líderes movilizan a otros para alcanzar metas compartidas1.

¿Cuáles son las dimensiones a las que deben prestar atención los líderes escolares? En general, se considera que existen cuatro grandes ámbitos de responsabilidad:

  • Establecer una dirección, elaborar un plan y evaluarlo
  • Apoyar, evaluar y desarrollar la calidad docente
  • Gestionar los recursos y ajustarlos a los fines pedagógicos
  • Conectar a la organización con su entorno

Cada uno de estos ámbitos requiere del desarrollo y despliegue de un conjunto de competencias específicas para alcanzar un buen desempeño. Es decir, la capacidad de movilizar de manera rápida y pertinente (traducir en acción) conceptos, procedimientos y actitudes para afrontar eficientemente situaciones complejas en un contexto en particular. A modo de ejemplo, podemos decir que los líderes escolares deben, entre otras, desarrollar las siguientes competencias: formular las estrategias educativas del establecimiento, promover el desarrollo profesional del cuerpo docente, gestionar el clima organizacional y la convivencia escolar, impulsar la innovación, favorecer el trabajo en equipo, comunicar adecuadamente, negociar y resolver conflictos.

La evidencia demuestra que el liderazgo escolar contribuye en la mejora de las condiciones para el aprendizaje, en el vínculo de la institución educativa con su entorno, en el desarrollo de la organización a lo largo del tiempo y en la gestión de los procesos de cambio.

 

Hacia la profesionalización de la gestión educativa

El ámbito de actuación de los líderes escolares se ha ampliado y complejizado. Las nuevas realidades imponen repensar su rol, reformularlo y abordar la problemática de su formación.

En una sociedad basada en el conocimiento, esto es algo demasiado relevante como para no prestarle la debida atención y ocuparnos de la capacitación de los cuadros directivos de las instituciones educativas. Por ello, resulta necesario profesionalizar la gestión a partir de programas formativos basados en el desarrollo de competencias para el ejercicio del liderazgo.

Al respecto, en muchos países existe creciente inquietud acerca de las tareas de los líderes escolares y, desde hace ya algún tiempo, han elaborado una amplia gama de programas de formación impartidos en diferentes etapas de su carrera2. En nuestro país, esta preocupación no ha permeado lo suficiente y todavía falta un largo camino por recorrer. Sin embargo, ocuparse de manera sistemática por la calidad de la gestión escolar es una necesidad que se impone en nuestros tiempos.

Hay mucho margen para la mejora en este campo y los resultados de largo plazo pueden resultar altamente satisfactorios.

 

A modo de conclusión

La naturaleza compleja de una institución educativa, los desafíos actuales y por venir, requieren una profesionalización de la gestión y de quienes desempeñan cargos directivos. Por lo tanto, formar a los líderes escolares y desarrollar sus competencias puede resultar una inversión muy rentable para todo el conjunto del sistema educativo. He aquí una tarea pendiente y un desafío por asumir.

 

Referencias
1 Leithwood, K. y Riehl, C. (2003), What We Know About Successful School Leadership. Laboratory for Student Success, Temple University, Philadelphia.
2 Pont, B., Nusche, D. y Moorman, H. (2009). Mejorar el Liderazgo Escolar. Volumen 1: Política y Práctica. París: OCDE.

 

Encontrá este artículo en la edición N° 15 de Aptus Propuestas Educativas: http://www.aptus.com.ar/revista