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Cómo abordar los conflictos en el aula

Las diferencias en el aula pueden dificultar el desarrollo de la clase y la labor docente. Tips para evitar que se agraven

Es común que en todo ámbito de enseñanza surjan conflictos, ya sea entre el profesor y los alumnos o entre los mismos chicos. Estos pueden generar un inconveniente que dificulte el desarrollo de la clase y la labor docente. Pero afrontarlos de forma adecuada puede contribuir a mejorar la relación entre todos y abrir nuevos caminos de crecimiento.

El sitio Aula Planeta dio una serie de consejos para gestionar los conflictos de forma eficiente.

Prevención: un buen ambiente en el aula y una adecuada disciplina pueden ayudar a evitar el inicio de conflictos. Se debe actuar de manera individual con los alumnos que puedan presentar problemas o dificultades, favoreciendo el desarrollo de habilidades emocionales y competencias sociales.

Fomentar la comunicación: tanto la comunicación verbal como la no verbal marcan las relaciones en el aula, y hay que trabajar con ella porque puede ser la llave para afrontar el conflicto con calma.

Control del aula: más allá del diálogo y la colaboración de todos, es el profesor quien debe marcar el ritmo y el desarrollo de la clase. Por eso es clave que ante faltas de disciplina pueda mantener ese control sin alterarse y se mantenga firme. Si el conflicto se repite, hay que hablar con el alumno o alumnos implicados de manera individual fuera de clase.

Preparar a los alumnos en la gestión de conflictos: si los chicos saben cómo afrontar los problemas, muchos conflictos serán resueltos antes de agravarse.

Analizar la naturaleza, gravedad y persistencia: es importante para el docente identificar el origen del conflicto, el problema concreto, quién está implicado y cuáles son las necesidades e intereses de todas las partes involucradas. Conforme a eso, sabrá cómo conviene intervenir.

Buscar soluciones concretas, constructivas y duraderas: se debe ayudar a cada parte a reflexionar sobre la situación y armonizar posiciones. Hay que profundizar en las causas del conflicto y no solucionarlo de manera superficial o temporal, ni limitarse a dar la razón a una de las partes.

Actuar de manera coordinada: diseñar una estrategia compartida con el resto de profesores, de modo que el problema se afronte de manera transversal y coordinada. Así, unos y otros docentes compartirán los mismos criterios, avanzarán en la misma dirección y contribuirán a reforzar la resolución del conflicto.

Hacer un seguimiento: el docente no debe descuidar la situación una vez resuelta, sino que debe prestar atención a cómo evoluciona y, ante cualquier indicio de que el conflicto resurge, actuar para atajarlo y reforzar las normas o las soluciones consensuadas.

Imagen: iStock