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Profesores con especialidad científica o científicos que hagan pedagogía

Independiente de si el maestro es un científico que enseña en aulas o un docente que tiene especialidad científica, el desafío recae en hacer a los alumnos pensar

La Fundación Ciencia Joven, en Chile, realizó el seminario «Qué necesita la educación de las ciencias: profesores con especialidad científica o científicos que hagan pedagogía», que tuvo como expositora principal a Melina Furman, Licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires y doctorada en Ciencias de la Educación de la U. de Columbia, Estados Unidos. Además de enseñar acerca de creatividad e innovación en la didáctica de las ciencias, es autora de libros, publicaciones académicas y artículos de divulgación científica para docentes y alumnos.

Para la científica argentina, el mejor panorama sería que se formaran equipos multidisciplinarios de científicos y docentes. Sin embargo está al tanto de lo difícil que es lograrlo a gran escala y cree que, independiente de quién enseñe, una buena clase de ciencias será aquella que logre generar en sus alumnos habilidades de pensamiento científico, como la resolución de problemas, y la relación de hipótesis, entre otros: «Creo que lo que necesitan las aulas son profesores que tengan una formación fuerte acerca del cómo de la ciencia, es decir, que aporten esa mirada científica del mundo que tiene que ver con la capacidad de hacerse preguntas constantemente y de diseñar experiencias para resolver problemas. Que sean personas capaces de enseñar y transmitir habilidades para pensar».

Furman sostiene que suma mucho tener científicos en los equipos de apoyo en las escuelas. «En nuestro trabajo en Argentina tenemos equipos formados por científicos interesados en educación y por pedagogos interesados en ciencias y es en ese caldo de cultivo donde sucede la innovación. Pero entendemos que eso es difícil llevarlo a gran escala. Mi experiencia me dice que lo mejor sería tomar a esos profesores que tienen formación de docentes, que ya están enseñando en las aulas, para enseñarles la disciplina, pero no desde el contenido fáctico, sino que enseñarles el cómo de la ciencia».

La investigadora enfatiza que hay que poner a los profesores a hacer actividades donde tengan que pensar, formular hipótesis, contestar preguntas, para que vivan la experiencia y la puedan replicar después con sus alumnos. «Una de las cosas que se sabe acerca de la enseñanza de la ciencia es que para formar un espíritu científico en los alumnos hay que ponerlos en los zapatos de un investigador. Para ello los profesores tienen que hacerse preguntas en clases, vivir experiencias o debatir. Así podrán, no solo enseñar a sus alumnos, sino también transmitirles esa pasión».

El docente debe plantear las clases partiendo de un problema o una pregunta que demande elaboración y análisis por parte de los niños. «Lo principal es que primero experimenten y luego ir a la teoría y a los libros para ampliar o complementar, para que aprendan los conceptos más técnicos. La teoría no debe ir al principio ni ser lo central, sino que debe ser parte del proceso experimental. Un buen profesor es el que logra generar un espíritu científico en sus alumnos», explica Furman.

Con respecto a la metodología de la evaluación en clase, la científica sostiene que enfocarse en lo memorístico es un error: «En básica una pregunta clásica es ´¿cómo se propaga el sonido?´, y el niño que repite de memoria la respuesta ´por un medio en forma de ondas´, se lleva todo el puntaje. Eso no puede ser. El desafío está en transformar las evaluaciones en preguntas para pensar, en casos y problemas. Las preguntas de las evaluaciones PISA son un muy buen ejemplo. Se les entrega el contexto y los alumnos tienen que aplicar y pensar. No sirve que repitan de memoria la materia si después no la saben aplicar en la vida diaria».

Fuente: www.economiaynegocios.cl

Imagen: www.ask.com