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“El lenguaje positivo puede transformar la educación”

Las palabras son capaces de asombrar, fortalecer y motivar la educación

Pensador y pionero en la investigación del lenguaje positivo y su influencia en el cerebro y la mente, Luis Castellanos acaba de publicar su último trabajo: Educar en lenguaje positivo: El poder de las palabras habitadas (PAIDÓS Educación). Con él educaciontrespuntocero ha charlado de su trabajo más reciente, pero también de las bases que permiten asentar un buen lenguaje positivo, de la importancia de su desarrollo, del uso que se hace del lenguaje y sus palabras.

¿Qué va a encontrar el lector en su nueva obra? 

Luis Castellanos es Doctor en Ética y Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Navarra y con estudios de Psicología.

Respuestas que nos ponen sobre la pista del poder transformador del lenguaje como una nueva competencia vital. Es el resultado de nuestra búsqueda de las palabras habitadas de la educación, palabras que se convierten en catalizadores de las promesas que cada niño guarda en sus sueños. El proyecto educativo “Palabras Habitadas” es una nueva visión y realidad de nuestro lenguaje y un camino de innovación para encontrar un equilibrio entre conocimientos y comportamientos que garanticen que cada persona tenga los recursos necesarios para desarrollar su máximo potencial en la vida.

También encontraremos una metodología única y herramientas útiles para aumentar el bienestar y aliviar el sufrimiento mediante una atención a las palabras más seguras, al lenguaje positivo, que construyen un habla interna poderosa y permiten tener una buena historia de vida con un protagonista digno. Por otro lado, aprenderemos a reconocer las fuerzas destructivas del lenguaje y a entrenar nuestras palabras, una a una, para tener un proyecto educativo que salve historias y vidas porque crea prosperidad compartida.

Y descubriremos senderos llenos de palabras que con sus latidos construyen un mundo más amable, más compasivo y más sabio. Un mundo más habitable. Cada palabra requiere un cuidado en su elaboración y un cariño por los detalles para que nuestras narraciones personales mejoren la calidad de vida de la humanidad. Pero, sobre todo, el camino para amar nuestras palabras porque diseñan nuestra vida.

¿Qué pautas recomendaría para sentar las bases de un buen lenguaje positivo?

Para empezar, propongo contestar a la siguiente pregunta: ¿Qué pinta el lenguaje en tu vida? Si una sola palabra o frase tiene el poder de influir en tu historia, ¿sabes cuál es?

Este es el verdadero secreto para transformar tu relato vital: toma conciencia de tus palabras más habituales, de tu lenguaje, del vocabulario que guía tus acciones. De las palabras con las que te levantas, con las que sales a pasear, con las que entras a trabajar, con las que te vas a dormir… ¿Merece la pena, o la alegría, salir a pasear con esas palabras en tu corazón? ¿Qué hábitos lingüísticos te condicionan? El lenguaje está hecho para ver, ¿qué ven tus palabras?

Como sencillo ejercicio para entrenar tu lenguaje, crea tu pequeño diccionario de palabras y frases que puedan transformar tu vida: por ejemplo, cada día identifica una palabra o frase negativa. Escríbela. O encuentra cinco palabras o frases positivas. Escríbelas también.

Elige las palabras positivas que quieres que guíen el rumbo de tu vida y el lenguaje que defina la cantidad de felicidad que quieres infundir.

Otro ritual consiste en escribir tres agradecimientos nuevos cada día durante 21 días. Con esta práctica, el cerebro se acostumbra a buscar el lado favorable de la vida y consolida un patrón para encontrar en el mundo primero lo positivo, no lo negativo. Y es mucho más reconfortante si lo realizamos en familia.

¿Por qué es importante su desarrollo? ¿Qué beneficios aporta?

A menudo nos dicen que al hablar tenemos que cuidar nuestras palabras, pero nadie nos ha dicho que nuestras palabras cuidan y crean bienestar y salud en las personas. El lenguaje determina la calidad de nuestras conversaciones y la calidad de nuestras relaciones, pero lo que verdaderamente nos importa es la calidad de nuestra historia y la de nuestros hijos. El lenguaje positivo mantiene viva nuestra pasión, nuestra energía, protege y activa nuestras reservas físicas, emocionales y cognitivas. Son palabras que contratan la alegría y la creatividad.

En el caso de la educación, ¿qué palabras son fundamentales cuando se utiliza el lenguaje positivo?

Palabras capaces de asombrar, fortalecer y motivar la educación. Palabras que respiran valentía, que no dejan que nos venzan nuestros temores, palabras que son motivo para crecer: serenidad, alegría, amistad, amor, cooperación, curiosidad, admiración, gratitud… Asimismo, están las palabras que empapan el presente de generosidad, amabilidad, bondad, compasión… palabras que guardan, protegen y custodian la promesas que cada uno de nosotros llevamos dentro. Una gran palabra es “afortunadamente”. Nos ayuda a buscar soluciones positivas en los momentos difíciles.

Pongámonos en el caso contrario, ¿y las que se deben evitar?

Las palabras que nos llenan de malas compañías, que caminan feo por la vida, que en su modo de ser traen el mal y el sufrimiento. Palabras que respiran odio, venganza, desprecio… palabras que culpan a otros sin parar y nos excusan; palabras oscuras que mienten y no son de confiar; palabras deshabitadas, manipuladoras; palabras que nos dicen que es imposible, que no podemos, que nos quitan posibilidades y nos inducen a una mentalidad de la escasez; palabras que juegan sucio con la vida, que no reconocen, que critican sin construir; palabras cicateras, miserables, codiciosas, perversas. Y también están las frases “de sentido común” que no nos dejan crecer: palabras crueles, insensibles, disfrazadas de verdad que se apropian de la realidad como las expresiones “el mundo es así” y “es lo que hay”.

Imagen: elcalce.com